31 de mayo de 2017

Rincón de reflexión

¡Hola! Estoy a nada de hacer las pruebas para ir a la universidad pero aquí me tenéis, buscando un rato para sacarle el polvo al blog, que esto empezaba a estar muy abandonado. En esta ocasión quería hacer una entrada un poco diferente, ya que he escrito una pequeña reflexión que me gustaría compartir con vosotros.


Hoy mientras estaba estudiando, he empezado a pensar en que hace unos años la simple idea de que una mujer estudiase era inconcebible, y mucho más si el área de estudio eran las ciencias. Como persona que acaba de terminar segundo de bachillerato, no encuentro ningún motivo que me lleve a pensar que mi sexo tiene alguna dificultad añadida para comprender las matemáticas o la química con respecto al masculino. Hoy me he sentido un poquito más reivindicativa de lo habitual y me he parado a pensar en que últimamente reflexiono sobre cómo he cambiado. Mi infancia fue completamente rosa y de princesas, tanto que poco me faltó para ir soltando purpurina mientras me movía (de hecho, debo confesar que ese era uno de mis sueños hace muchos, muchos años). Luego, no hace tanto, llegó una etapa en la que no quería ver nada rosa,  porque sentía que estaba cambiando y quería romper de algún modo con esa parte de mí que aún se resistía a dejar de creer en hadas. Hoy puedo decir, orgullosa, que mi irónico sentido de tomarme la vida me ha llevado a tener en mi estantería una corona de princesa encima de mis libros de química. He llegado a la conclusión de que es posible ser princesa, química, matemática y todo lo que me proponga, y aunque desde este rincón no pueda hacer mucho más, me llega con saber que al menos una persona me estará leyendo y comprenderá que no podemos ponernos barreras, sino objetivos. Porque si hoy hablamos de hombres brillantes en física, espero que mañana podamos hablar no de hombres, sino de mentes brillantes, porque es una palabra que deja hueco para las mujeres.

Image and video hosting by TinyPic